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Juanma Ramón (Compromís per Paterna): Una deuda pendiente, un país por construir

Ya hace más de una semana que se decretó por parte del Gobierno el estado de alarma. Hace más de una semana que nos hicieron un mandamiento muy simple: “Quédate en Casa”. Hace una semana que nos quedamos en nuestra “patria xiqueta”, nuestra cuna, nuestro pueblo, nuestras casas.

Unos días en casa, que ya han sido suficiente para extrañar todo aquello que echamos de menos del exterior, pero también para valorar todas aquellas conversaciones o juegos que extrañábamos de los de casa, cuando hemos sido tanto de tiempos ausentes. Unos días para ser próximo de lejos, para tener la cabeza en aquellas personas que necesitan ayuda, para mostrar solidaridad, sororidad, apoyo a personas sanitarias y trabajadoras fundamentales para superar esto. Además de amplificar toda aquella información oficial que pueda servir a nuestro vecindario o compartir cotidianidades que animan el confinamiento por videoconferencias u otras redes sociales.

Unos días que también nos puedan servir para observar el tratamiento mediático y el uso político de las consecuencias sociales de una crisis como esta.

Por un lado, están aquellos que sacan pecho desde la gestión: publican medidas (sin pagar copyright), suspensiones, acciones puntuales (que difícilmente contentarán a todo el pueblo), o comparecencias que confunden la obligación de dar información con pseudo-mítines institucionales o lucimientos personales.

De otra parte, están aquellos que también quieren sacar rédito político desde la oposición y rascar cuatro votos desde la crítica, los bulos, las fake news o las descalificaciones personales con las redes sociales como herramienta.

 

Son días donde aquellos que no ven más allá de sus fobias o filias políticas, contribuyen para vanagloriar o castigar con cuatro clicks, y se remueven desde su hígado para esparcir, de manera irresponsable, sus prejuicios, odios o también las alabanzas acríticas o aplausos irracionales.

A mí me da mucha vergüenza ajena. Unos días que no tendría que gastarse la política ni para sacar pecho, ni para ponerse medallas, ni para apuñalarse por la espalda, más bien para trabajar codo en el codo por, de manera conjunta, preocuparse de sacar esta situación adelante de la mano de los expertos y de disponer de los recursos que estas personas que saben nos piden para superar esta crisis sanitaria y social.

Desde esa colectividad tendremos que valorar y resolver todas las asignaturas pendientes de esta “patria xiqueta”: la protección de las personas autónomas, PYMES, gente del campo e industria productiva como base de la creación de ocupación; que los derechos laborales no son una perdida asumible en pro de la estabilidad del sistema; que nadie pueda ganar elecciones recortando presupuesto en sanidad pública, que no podemos dejar la atención de personas enfermas y mayores en manos del margen de beneficio empresarial; que garantizar una renta mínima en la población en riesgo de exclusión evita la tentación a crear redes caritativas y clientelistas en tiempos de crisis; que una presión fiscal justa, que la lucha contra el fraude, la corrupción y los paraísos fiscales se tendría que valorar más que las donaciones puntuales de multimillonarios.

Y escribiendo esto, le encuentro la explicación al por qué las personas que están ahora con los puñales en alto, las altas esferas, la derecha nostálgica, nunca han dejado al pueblo tejer estas colectividades que hoy gracias a los virus tenemos en los balcones.

Y buscando un final, sólo sueño con el hecho que cuando todo esto pase, toda esta colectividad, todos los aplausos, toda esta ‘movilización desde casa’ que estamos haciendo, pueda servir para tomar conciencia de la defensa del bien común. Que el modelo de sociedad que reclamamos desde los balcones sea una realidad, por aclamación popular, independientemente del partido político que reniegue.

Y todo se lo deberemos a la gente que está trabajando ahora para ayudar a superar esto, desde los servicios esenciales, hospitales, supermercados, transportes, fuerzas de seguridad y emergencias o los que nos estamos quedando en casa. Una deuda pendiente y un país por construir.

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